domingo, 2 de enero de 2011

Mientras se ducha plácidamente


"Tenían un método bastante desagradable para ajusticiar a los más duros criminales y vándalos. Llenaban una gran caldera de agua en la plaza del pueblo, mantenían la temperatura con fuego a los costados, llamas ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas e introducían a los condenados dentro de una jaula.Suspendidos en el vacío los bajaban lentamente hacia la caldera en suave ebullición.

Eran bandidos curtidos, se hacían los duros e insultaban a la muchedumbre que acostumbraba a ir a esta clase de eventos.

Los metían en el agua hirviendo hasta la cintura o el pecho, con las manos atadas a la espalda y allí quedaban, ablandando su carne, con ampollas por todo el cuerpo, la piel saltando fácilmente debido a la hinchazón de la carne, lo cual teñía el agua de color rojo, casi siempre. Los gritos duraban días, el rey hacia repartir tapones entre los vecinos que suspiraban aliviados cuando terminaban los gritos y por fin, el pobre diablo moría. Normalmente los dejaban un día o dos más hirviendo hasta que su cuerpo se convertia en un espeso caldo.Los más curiosos se acercaban para oler semejante sopa."

Se imagina una tortura muy jodida mientras se ducha placidamente en el s. XXI

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