domingo, 2 de enero de 2011

Crítico de arte





Todo el mundo habla muy bien de él. Lleva años en la cresta de la ola, se habla de un pasado suyo oscuro, de depravación y desenfreno,pero eso no importa a nadie.Tiene un gran aparato logístico que funciona sin él, sus apariciones son esporádicas y estelares, siempre envueltas en un halo de bruma y misterio.

Cuando alguien va a preguntarle algo, el crítico de arte se para frente a él, da un pasito atrás, se queda mirándole de arriba abajo sin decir nada con una expresión muy neutra,  aséptica, casi desencajada, callado, escrutando en su interior, sin hacer nada, sin mover un músculo, como si su imagen estuviera congelada…

Cuando te mira así, puedes escuchar a tus demonios interiores hablar, y empiezas a pensar sobre todo lo que alguna vez te has preguntado, entras en sintonía con el cosmos, puedes ver perfectamente los cánones de belleza inmateriales del universo, sentirlos y verlos a través de su cara maltrecha, de su nariz descompuesta. Sus ojos deslumbrantes han envejecido más que los de cualquier humano a consecuencia de lo que ha visto. La dureza de las arrugas que se le forman junto a los labios te transmiten la seguridad y las premisas para enfrentarte al dilema tú solo. Ese rostro te dice la verdad.

Si después de un minuto o dos no has percibido esto, sus consejeros consideran que no has entrado en sintonía e inmediatamente eres despedido, en el mejor de los casos.El crítico de arte sigue su camino sin decir una palabra o mover un centímetro su expresión y desaparece por algún sitio, a veces durante meses.

En realidad el diseñador tuvo una embolia hace años y no puede mover la mayor parte de su cuerpo, lleva años intentando pedir ayuda, gritar socorro pero nadie se ha dado cuenta todavía.



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