La Asociación de madres y padres de uno de los colegios más pijos de Barcelona, quiere que la representación del Belén que hacen en Navidad sea un sonado evento y de paso combatir la baja asistencia tradicional a ese acto.
Contratan a un director de primera línea conocido por su afán de reinventarse continuamente, haciendo impredecible su próximo movimiento artístico. Contra todo pronóstico el AMPA decide arriesgar y le da carta blanca al bohemio artista.
Estrenan el día de navidad, el auditorio está lleno a rebosar, pues han publicitado por toda Barcelona, agotando las entradas de todos los horarios. El Director ha planteado la obra como una descomposición reinterpretada del texto bíblico que mira hacia la historia del video-performance. Nada más abrir el telón todo empieza a ir mal.
El decorado es una especie de vómito kitsch sobre un cuadro de Escher, los ojos como platos, mientras empiezan a salir entre el público preescolares disfrazados de una secta hindú con pistolitas de agua llenas de sangre, un travesti vestido de rey Melchor balbucea algo en latín, o quizá está demasiado borracho para entender su castellano.
A pesar de todo, los padres siguen allí, sorprendidos, pero callados. En una actitud muy como de… a ver si ahora pasa algo y se explica todo. Pues no. Eso no pasará,
¿que esperaban?
El momento cumbre llega cuando cinco jóvenes de entre 12 y 14 años suben a dos cincuentonas de la primera fila, van vestidos de ángeles, las invitan a subir al escenario muy amablemente. De repente, las empujan y las tiran al suelo, se empieza a proyectar intermitentemente un enorme pene en el escenario, los niños se arrancan el disfraz y empiezan a restregarse de una manera muy sexual, muy lascivamente a las señoras. Una voz en off grita -¡Los tabús son nuestros hijos!- Y se encienden las luces. El silencio recorre el auditorio, la tensión se podría cortar con un merengue. Entonces sale el director de detrás de las bambalinas, se lanza un cubo de agua y hace una reverencia.
(Silencio…)
(…)
Dos figuras en el fondo, con boina parisina y gafas de pasta se levantan y aplauden efusivamente. Habían pillado la referencia a Bill Viola.